Uno de los
momentos de la infancia que recuerdo con mayor nitidez fue aquel frío día de
junio en el que, junto con todos mis compañeros de cuarto grado, prometí
lealtad a la bandera. Fue un instante muy especial.
Entiendo
hoy, después de tantos años, que ese acto en el patio de la escuela fue como
una bisagra en mi vida. Y es que, aunque fui una niña antes, durante y hasta
mucho después de esa promesa, el significado que uno le da a ese compromiso te
cambia para siempre.
Digamos, para sintetizar que pase de ser una
niña simple a ser una niña responsable.
Y no es que haya dejado de hacer travesuras o
de cometer infinidad de torpezas y desatinos, sino que, que a partir de
entonces, ante cada error y cada mal comportamiento, que fueron muchísimos,
sentía un especial remordimiento, algo que no me pasaba antes de ese “SI,
PROMETO”.
¿Pero cómo
no me iba a cambiar la vida un momento así? Si allí estaban todos, incluso mi
hermano menor con sus compañeros de grado, y hasta ellos me miraban con el
orgullo de tenerme en la familia; de tener a una de las que ese día juraban la
bandera.
Hoy son Uds. los que deben sentirse
orgullosos de prometerle respeto, lealtad y honor a ella, nuestra bandera, les
toca sentirse como yo en aquel momento.
Jurar la bandera tiene un significado único,
refleja el amor, la lealtad y fidelidad a la patria.
Esto chicos
es una demostración de amor a nuestra enseña patria, un tributo a la memoria de
quienes nos antecedieron en la vida y construyeron nuestro país, es muestra de
adhesión a los valores que inspiran nuestra nacionalidad.
Por eso a partir de hoy, son una parte
importante de la historia, de nuestra historia y de la historia que nuestro
país anhela seguir escribiendo día a día.
QUEREMOS FELICITARLOS Y BRINDARLES ESTE
ENORME APLAUSO...
FELICITACIONES!!!!
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